... y se ilustra con Gerard Miquel

lunes, 9 de noviembre de 2009

z

“zarandaja. (Der. de serondo, infl. por zaranda). f. coloq. Cosa menuda, sin valor, o de importancia muy secundaria. U. m. en pl. // 2. f. Ar. Desperdicio de las reses.”

Me preocupa pensar qué será de mis restos después de mi muerte. No hablo de los huesos. Me da igual lo que hagan con ellos aunque me gusta más la fosa común que el nicho. Ya que nacemos y nos morimos solos, al menos que no descompongamos juntos. No entiendo esa especie de síndrome de Diógenes que supone “enterrar”, tanta acumulación de la nada en un cementerio ¿Para qué? Pero prefiero la incineración a la fosa. Tampoco hace falta que se esparzan mis cenizas en el mar o en un paisaje idílico, campestre, no aguanto más de 3 días sin respirar contaminación, me gusta la ciudad, soy hija del asfalto y nieta del hormigón. Lo que me inquieta es pensar que será de mis cosas cuando me muera. Las más valiosas, que son pocas, las heredarán pero las otras, los muñecos, las postales, entradas de conciertos, fotografías, diarios de viaje, libros de dudosa calidad literaria… mis pequeños trastos que probablemente los demás considerarán “zarandajas”… ¿Dónde acabarán? Casi con seguridad podría decir que en la basura, sólo espero que no sea dentro del contenedor y que los tiren bien, aseados, guardados en cajas llamando la atención para que alguien, al verlos, sienta curiosidad, los ojee y adopte algunos, si no todos, para que puedan vivir otra vida. Creo en la reencarnación.

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